Los rusos al ataque y nosotros en el suelo.
El escándalo que se está empezando a destapar y por el cual se derramó la gota que colmó el vaso que propició la salida del Fiscal Juan Francisco Sandoval de la FECI, fue por una casualidad que llevó a fiscales investigadores de esa fiscalía especial a descubrir a personas de origen ruso llegando a la casa de Alejandro Giammattei en la Zona 15, con sendas maletas en las cuales se sospecha transportaban dinero. Este escándalo no va de las vacunas, aunque igual se supone que también allí hay algo turbio e ilegal luego de que se ha descubierto que el trato con los rusos por mucho resultó ser el menos favorable para Guatemala. Este nuevo escándalo de corrupción va de ciertos terrenos en Puerto Quetzal. Todo va cobrando sentido con las últimas noticias que surgen a raíz de la participación de un consorcio ruso en la negociación del usufructo por unos terrenos de la Portuaria Quetzal. Se hizo público que los rusos van a pagar por esa porción de tierra para realizar sus exportaciones de níquel una suma de $3 millones de dólares; cuando parece que según las regulaciones normales su valor real es de $243 millones de dólares. No estoy enterado del tiempo que duraría el usufructo, pero sé que siempre que se dan, ocurren por una gran cantidad de años; podrían ser 20 o 30. Recientemente se vio a varios ciudadanos rusos llegar al aeropuerto La Aurora en sendos jets de lujo, acompañados por un judío que habla español y luego se les tomó fotografías paseándose como turistas por el Palacio Nacional de la Cultura.
El día que arribaron las maletas a la casa del Presidente, de pura casualidad estaban varios investigadores del MP haciendo vigilancia sobre el sector siguiendo la línea de investigación en otro caso que involucra al presidente cuando de pronto irrumpieron agentes de la SAAS custodiando a los rusos y sus maletas, pidiéndoles a los investigadores allí apostados que se retiraran. Rápidamente informaron al Fiscal Sandoval y también de inmediato Giammattei, colérico por la situación, llamó a la fiscal general para recriminarle tal atrevimiento y para que pusiera "orden" en el MP. Esto propició la salida de Sandoval quien ya llevaba adelantadas las investigaciones en varios otros casos que involucran al presidente y su círculo cercano. Están haciendo otro negocio sucio utilizando de nuevo a la Portuaria de la misma forma que lo intentaron en su momento Otto Pérez, Roxana Baldetti y toda la camarilla de impresentables corruptos del Partido Patriota con los españoles de la Terminal de Contenedores de Barcelona (TCB). Piensa mal y acertarás reza el dicho. Ha quedado expuesta una vez más la manera en que el círculo más alto de la jefatura de gobierno hace multimillonarios trances sucios, pero ahora con el agravante de que lo hace mientras el mundo y Guatemala, país sumido en la pobreza, sufre la consecuencias de una pandemia desastrosa. Así como la pandemia evidencia nuestra precariedad y la ineptitud del gobierno para tomar acciones coherentes en beneficio de los guatemaltecos, también evidencia la ruin y despreciable actitud del mandatario y sus adláteres, quienes con impavidez y voracidad ambiciosa demuestran ya sin mucha sutileza que su único interés es enriquecerse con cualquier negocio turbio que se les atraviese mientras el pueblo se muere de hambre y de COVID, tirado en el piso de hospitales advenedizos en condiciones deplorables.
Es más que evidente que la intención de la gente que está al mando de los destinos del país no va acorde a los preceptos de conducta que se requieren para ser un servidor público. Tanta ineptitud, tanta dejadez, tanta parsimonia, tanta indolencia, tanta desfachatez y cinismo pero sobre todo, tanta falta de humanidad para tratar de resolver las situaciones tan desesperantes de los guatemaltecos son más que puntuales de parte de ellos para con todos nosotros, conciudadanos que pagamos impuestos y con ello sus salarios. Circularon fotografías por las redes sociales de pacientes con complicaciones por el COVID en el Hospital Temporal del Parque de La Industria en donde se les veía colocados en endebles sillas plásticas o tirados en el suelo. La indignación se enervó y no era para menos. Ya desde hacía muchos años la situación del sistema nacional de salud era precaria, rozando el colapso, pero ahora luego de que el Congreso aprobara millonarios préstamos para dotar de recursos al gobierno a fin de que pudiera enfrentar la pandemia, este tipo de situaciones sencillamente es INACEPTABLE. No me cabe en la mente qué clase de persona hay que ser para permanecer impasible ante tanta necesidad. Luego de que esas imágenes inundaran las redes y crearan tendencia, varios ciudadanos altruistas se pusieron en acción, se organizaron para pedir la colaboración de otros, juntaron dinero y compraron colchonetas que diligentemente por sus propios medios llevaron en calidad de donación hacia el hospital y así se pudiese atender el problema.
Desagradable fue su sorpresa al percatarse cuando llegaron, que allí mismo a pocos metros de donde estaban estos pacientes hay una bodega improvisada para recibir donaciones donde se encuentra una gran cantidad de camas, colchones y colchonetas, además de otros suministros sin utilizar, todos allí, apilados recibiendo polvo. ¿La estúpida razón de las autoridades para no echar mano de esos recursos?: "es que deben pasar por un procedimiento..., además de que los colchones son focos de contagio". Esto ya devela que no se trata de falta de recursos, no se trata de precariedad, no hay obstáculos en realidad para que la población reciba atención y cuidado. Ya lo demostraron estas nobles personas que llegaron con su donación de colchonetas: 24 horas fueron para ellos suficiente tiempo para reunir los recursos, sí, INCLUSO LOS RECURSOS, para luego ir a efectuar la compra, conseguir el flete y llegar al rescate. Las autoridades teniendo todos esos miles de millones para utilizar a su discreción NO LO HACEN. Soltar una respuesta así, con excusas burocráticas estúpidas, anteponiendo procedimientos engorrosos a la salud y el bienestar de un ser humano debería ser suficiente para expulsar de cualquier empleo de gobierno a cualquier funcionario que se exprese de esa manera. No se merecen estar en un puesto donde su responsabilidad sea velar por otros y menos si su salario es pagado con los impuestos de quienes terminan siendo su responsabilidad. Al día siguiente en una conferencia de prensa, la directora del hospital, para cerrar con broche de estiércol se suma a la ya conocida inclinación burocrática de maquillar y menospreciar las falencias y los desatinos. Salió diciendo que esos pacientes estaban en una área de espera u observación..., y que esos pacientes ya se habían cansado de estar en las colchonetas o camas... No sé en qué otro hospital del mundo tienen salas de espera u observación donde coloquen a la gente en el piso y menos me imagino a algún paciente sufriendo de alguna dolencia diciendo "ay, ya..., qué cansado en la cama, mejor me paso al delicioso y cómodo piso." Hay que ser un genuino pedazo de mierda para tener el valor de ser un jefe o director de un hospital y salir diciendo tal sarta de estupideces tergiversadas, mentiras y más mentiras cuando las imágenes son tan demoledoramente elocuentes.
La situación es desalentadora pero a la vez, como todo obstáculo a vencer presenta el noble reto de ser cambiado y superado para siempre. Mi generación aún recuerda los relatos de los abuelitos y los papás, cuando se referían a los "funcionarios públicos" de su época. Era un honor y tener un empleo en el gobierno conllevaba cierto estatus para la familia de un burócrata. Usualmente las plazas se otorgaban por oposición: el mérito de la capacidad, la aptitud y la vocación era valorado y se daba por sentado que quien era meritorio de una plaza del estado, era una persona con virtudes y cualidades más allá del promedio normal, porque era recipiendario de la confianza tanto de las autoridades como del pueblo. Hoy en un contraste gris y sombrío vemos cómo incluso los altos puestos de gobierno están colmados de mediocres sin valores, mentirosos y farsantes que copian tesis de doctorados, como es el caso de la Fiscal General del Ministerio Público, Consuelo Porras. No tienen reparo ni vergüenza para mentir sobre sus títulos académicos como la Magistrada de la Corte de Constitucionalidad designada por el Presidente Giammattei, Leyla Lemus Arriaga que se inventó su Maestría en la Universidad Mariano Gálvez y su Doctorado en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Parecido es el caso de los Magistrados del Tribunal Supremo Electoral Ranulfo Rojas Cetina y Marco Antonio Cornejo Marroquín con títulos falsos de maestrías en derecho de la Universidad DaVinci. Y para ver el nivel de colusión entre instituciones corruptas, la Universidad DaVinci incluso ha publicado comunicados en los medios noticiosos donde deja ver la situación anómala sobre estas titulaciones, dejando en claro que allí se ha cometido un delito e invita al Ministerio Público a investigar además de resaltar que ha terminado su relación laboral con el decano que se prestó a semejante desafortunado entuerto. ¿Qué ha hecho el Ministerio Público a la fecha? NADA. Esos magistrados del TSE y de la CC siguen pululando en esos puestos que ni por atisbo se merecen, obrando únicamente para conspirar y delinquir utilizando el poder que se les confiere para procurar impunidad para ellos y para sus similares.
Hemos caído. Hemos caído a niveles en los que jamás nos imaginamos estar, pero hay una condición distinta hoy en día: ya hemos visto a la bestia de la corrupción a los ojos y hemos sido capaces de hacerle trastabillar como ocurrió en el 2015. No cesemos en nuestro empeño por añorar un país mejor; señalemos, protestemos, indignémonos, pero sobre todo comuniquémonos entre nosotros, organicémonos. Así crecerá nuestra conciencia, expresando nuestra opinión. Estos mal nacidos no nos han quitado todo aún. Eso pretenden, pero no les alcanza el arrojo ni la vileza, porque hasta para eso son mediocres. Son mediocres para mentir, para hacer sus transas..., que si no, jamás sabríamos de ellas y este país estaría peor. Los kakistócratas dependen del número que son y de que se formen en un sólo frente y por definición al ser lo peor de lo peor de la sociedad, carecen de muchas aptitudes que les harían pasar inadvertidos. Si nosotros los ciudadanos responsables emulamos esa simple característica de la organización, podríamos enseñarles a esos corruptos cómo es que son realmente las cosas y quiénes de verdad somos sus jefes. No claudiquemos y sigamos hacia adelante. Una patria mejor sí es posible, pero nos costará tiempo y esfuerzo. Nuestros hijos se la merecen.
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