19 Días y 500 Noches. Joaquín Sabina, 1,999.



Luego del desastre que fue "Enemigos Íntimos" con Fito Páez, Sabina le da un descanso a su fórmula con Varona y García de Diego. Ya con 50 años Joaquín enfrentaba también el desgaste de ser un bohemio al que le gustaba la juerga y las giras. Por esos tiempos la primera en pasarle factura fue su voz. Sin embargo apuntalados con un repertorio magnífico y unas letras de un Joaquín mucho más maduro como escritor, los elementos jugaban a favor de un nuevo sonido. La idea era darle una naturalidad que proyectara la sensación de haber grabado como lo hacían en los años sesenta y setenta; haciendo varias tomas hasta pegarle a la correcta. Luego en el proceso de mezcla se puliría al detalle. Alejo Stivel, el productor, fue el culpable de la buena dosis de crudeza puesta en la creación de este disco y animó a Sabina a que grabara él mismo las guitarras hasta donde sus habilidades lo permitiesen. Jamás habían dejado a Joaquín tocar la guitarra en sus discos y aquí se rompió con esa regla. No se grabó ningún instrumento con conexión de línea directa y todo fue registrado en analógico con micrófonos. Lo único que se grabó digital usando Pro Tools fueron las voces.

Esto dio como resultado un disco totalmente diferente, un Sabina más natural y real. Sumado a esta novedad creativa estaba también la parte sentimental que atravesaba Joaquín luego de la ruptura con su pareja desde 1,992, Cristina Zubillaga. Otra novia eventual en Argentina, Paula Seminara, no hizo mucho por levantarlo del bajón emocional y aprovechando el momento sólo se dejó fluir. Así salieron trece temas que marcan un antes y un después.

La primera pieza, "Ahora Que..." es un bolero pop con destellos de rock hablando del amor siendo descubierto. Ese amor que estiba su sentido en el presente, cuando la experiencia ilumina la sustancia de lo importante. Como esos amantes maduros que han llegado a comprenderse a sí mismos y por ende entre ellos. Su pasión sigue allí, pero ahora se nutre además con la sabiduría que solo el amor a través del tiempo les puede dar.


"Ahora que nos quedamos en la cama

Luenes, martes y fiestas de guardar

Ahora que no me acuerdo del pijama

Ni recorto el crucigrama

Ni me mato si te vas."


La segunda canción, "19 Días y 500 Noches" da nombre al disco y marca la tónica: contraste muy a lo Sabina. Multigénero, aquí nos da una rumba y guitarras acústicas con letras de desamor que ya sabemos todos son mejores que las de amor. Fue una de las primeras que tomó forma para el disco y describe desde el inicio como un torrente a veces gracioso, lo que le costó a Joaquín olvidarse de Cristina. Son más noches que días porque sabemos que es la oscuridad fría de la noche la que nos hace añorar el calor y la luz de quien nos dejó.

La tercera pieza, "Barbi Superestar" es una canción del género que Sabina ha hecho propio y en el que colecciona varias joyas. El género del perdedor. No hay conexión entre "Princesa" y esta Barbi. Si bien la primera fue escrita a una chica en específico con algunas invenciones, esta niña reina del instituto con tendencia a quitarse la ropa en cámara y luego ir en picada al infortunio es totalmente ficticia.

"Una Canción para la Magdalena" es el track 4. La música de esta pieza la compuso Pablo Milanes que estaba en cama, convaleciente de alguna de sus tantas operaciones. Recibió la letra de Sabina para musicalizarla e hizo una hermosa balada que, por joder, maquetó con su melodioso canto para su amigo de voz de lija. La letra controversial: ni más ni menos que una balada amorosa dedicada con respetuosa sutileza a las prostitutas.

La número 5 "Dieguitos y Mafaldas", fue escrita en el '98 mientras grababa con Fito y relata su noviazgo con Paula Seminara. Es una rumba española mezclada con milonga argentina. Precisamente la canción también detalla el otro noviazgo que se traía con Buenos Aires haciendo gala de un slang porteño, dominado a la perfección.

"A Mis Cuarenta y Diez", la número 6, iba a ser la que también titulara el disco, pero se retractaron porque a Joaquín le pareció muy ceremonioso. Es una especie de declaración-testamento en un rock lento. Cuando ya se ve más cerca lo que nos espera y se empieza a madrugar porque se comprende que el tiempo se va rápido; pero a la vez no tenemos prisa por llegar a ver el último minuto:


"A mis cuarenta y diez

Cuarenta y nueve dicen que aparento.

Más antes que después

He de enfrentarme al delicado momento

De empezar a pensar en recogerme,

De sentar cabeza,

De resignarme a dictar testamento

(perdón por la tristeza)."


"El Caso de la Rubia Platino" es el track 7. Otro género sabinesco: el relato de narrativa negra como en "Ciudadano Cero". Con un rock lento, es la confesión de un ex policía caído en desgracia al que contratan para matar a una cantante de cabaret, que en realidad era morena y de la que al final se enamora. Genial.

La pieza 8 es "Donde Habita el Olvido". Ya estaba hecha pero no terminada desde el "Esta Boca es Mía". Era el patito feo del disco, pero al final dieron con la tecla y la volvieron una joya que estremece. Quedó como una balada de tristeza desoladora, inspirada en un encuentro fugaz de una sola noche.

"Cerrado por Derribo" es la número 9, rumba también. Podríamos decir que es una especie de preámbulo a la narrativa de "19 Días y 500 Noches", justo en el momento en que la relación termina.


"Este contigo, este sin ti tan amargo

Este reloj de arena del arenal

Esta huelga de besos, este letargo

Estos pantalones largos para el viejo Peter Pan."


La canción 10 "Pero qué Hermosas eran", es una especie de jazz con dixieland y swing. De letra satírica, despreocupada y graciosa. Son las disparatadas desventuras amorosas de un tipo con las mujeres de su vida: Sofía, Maruja y Dolores. 7 minutos de magistral interpretación.

El track 11 "De Purísima y Oro" es una de las joyas del tesoro, no de este disco, sino de todo el repertorio de Sabina. Es una copla que habla de la posguerra española y muchas más referencias propias de esa época; tauromaquia, el torero Manolete, el franquismo, pelotones de fusilamiento... Es como una fotografía sepia de los años cuarenta. Nunca la toca en vivo, pues aparte de que él mismo no sabe tocarla, teme que nadie se la entienda.

"Como te digo una co te digo la o" es la 12. Un monólogo echado en rap que hace hilo con "No Sopor... No Sopor" del '96. Imita la opinión de una mujer dedicada a las tareas domésticas de clase media que habla de todo en detalle gracioso, pero que si se le pone atención, en los más de 8 minutos que dura, no está tan perdida como aparenta.

El track 13 es "Noches de Boda". Un vals ranchero que inicia con un monólogo de Chavela Vargas todo improvisado. Al grabarlo, todos en el estudio lloraron a mares. Después Joaquín en entrevistas posteriores decía que si hubiese escuchado un panegírico así en el disco de otro artista, le habría tirado piedras. Algo así como: "Este imbécil invita a su ídolo a cantar en su disco para que le eche flores". Pero a Chavela le salió tan del corazón, que se convencieron de no cortarlo pues era parte de la identidad del disco y además era la Vargas, la leyenda. La letra de la canción tiene una historia conmovedora. Joaquín recibía muchas cartas de fans que le decían: "Me caso dentro de un mes y el mejor regalo de bodas que nos podrías hacer es venir". A lo que Sabina públicamente respondió: "No voy a ir, pero les voy a escribir una canción para que la bailen". Así compuso esta dulce ranchera de letra feliz, ideal si se le quita el monólogo del principio, para bailarla en una fiesta de casamiento.


"Que no se ocupe de ti el desamparo

Que cada cena sea tu última cena

Que ser valiente no salga tan caro

Que ser cobarde no valga la pena.

Que no te compren por menos de nada

Que no te vendan amor sin espinas

Que no te duerman con cuentos de hadas

Que no te cierren el bar de la esquina."


Tradicionalmente Sabina siempre se las arregla para aguarme los ojos con la última canción. Este disco no fue la excepción. Al igual que su autor, yo me tardé en valorar esta obra como una de mis favoritas. Para él es la de su vida. Por mucho, la razón principal es que aquí aceptó su voz tal como era, sin maquillajes. Ojalá siga sonando así por muchos, muchos años más.



Fabricio Ocaña.

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