Del año nuevo...
Hoy al calor de este cafecito matutino pensé en escribir algunos pensamientos que surgen de la atmósfera de la época; un poco sentimental talvéz pero a la larga con buen espíritu. Espíritu de gratitud por todo y para todos. Probablemente haber visto a la familia, recordar viejos tiempos y experimentar esa sensación de que no se está tan solo en este mundo como uno a veces piensa, hace que se ablande un poco el temple, aunque no el juicio. Esos momentos en los que se comparte la dicha y el lujo de estar vivos, de no tener todo pero sí lo necesario. Salud, familia, un techo, comida, un trabajo digno, amigos... Esos amigos que siempre están y también aquellos que nunca están pero son amigos y aquellos otros que lo fueron pero que ya se han ido de este mundo. Siempre he pensado que no se puede definir a un amigo sólo porque ha tenido el infortunio de compartir nuestras desgracias o de apoyarnos cuando éstas se nos presentan. Siento que eso es un poco egoísta. La vida da muchas vueltas y no todos están pendientes de la vida de todos, eso sería casi imposible. En algún momento las personas toman caminos distintos y sus vidas van en otra dirección. Yo valoro a un amigo cuando en este ajetreo de vida nos cruzamos y se comparte ese mismo afecto que tiene años de existir y que al verle a los ojos te das cuenta de que sigue intacto. Eso es un tesoro. Muchas veces una pérdida familiar puede obligarnos a buscar en otro sitio a la familia. Así existen experiencias en la vida que son capaces de unir a las personas con un lazo que sólo puede compararse con el de la sangre. Es una grata experiencia encontrarse a esa gente por ahí y compartir con ellos una vez más. A ellos que son pocos y que saben quienes son, ¡GRACIAS!
Quiero desearles a todos que este año venga lleno de puras cosas buenas. Sin duda es un año que iniciamos con esperanza; esperanza por ver si la situación cambia y aquellas promesas incesantes se vuelven una realidad, sin quedarse en puras palabras del diente al labio. Yo no espero que todo cambie en 6 meses, ni en un año, ni en 4..., pero sí me gustaría ver acciones concretas para corregir el rumbo de nuestro país. Quiero ver a la gente que tiene el poder de decisión, actuar de manera congruente con nuestra realidad y nuestras metas. Ese también es un propósito personal que espero ver realizado y si sigo vivo poder recordar, ¡ah, si!.., el 2,013 fue el año en el que todo empezó a mejorar. No hay que olvidar que el cambio empieza en uno mismo y hay que entender qué es lo que se está haciendo mal para poder rectificar. Ese es el inicio de todo gran cambio, de toda gran mejoría. Espero que todos encuentren ese momento de lucidez, que lo puedan entender y así tomar un camino mejor. Yo me guardo mis propósitos porque prefiero esforzarme por alcanzarlos que por describirlos. Quiero salud para todos, prosperidad y que nunca nos toque la lotería del infortunio que a muchos guatemaltecos les ha dado el despreciable premio de abandonar este mundo abrupta y violentamente.
Entre tanto, mientras haya aire en nuestros pulmones y sangre en nuestras venas sigamos trabajando como los buenos chapines sabemos hacerlo: con ganas para crear progreso, desarrollo y mejorar nuestras vidas y por ende nuestra sociedad. ¡Hagamos que nuestro futuro sea prometedor dando nuestro máximo esfuerzo minuto a minuto, hora a hora y día con día, como si este fuera el último día que fuéramos a vivir!
¡Feliz 2,013!
Fabricio Ocaña.
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